Jardines Oníricos de Angelica Lineariloba

I'm not a Liar. I'm Just a Beautiful Lie

   May 06

El niño que se cayó de la cama a media noche.

Había una vez un pequeño niño que se cayó de la cama a media noche.

Manolito despertó con el golpe. Tardó unos segundos en darse cuenta que el suelo estaba duro y frío. Abrió los ojos y sus pequeñas pupilas se dilataron al ver lo que había debajo de su cama.

Era ni más ni menos que un cofrecito de madera, pero no era un cofrecito de madera común y corriente. No señor, era un cofrecito que brillaba tenuemente en la obscuridad debajo de aquella cama infantil.

 

Manolito acercó sus manos con curiosidad al cofrecito. lo jaló hacia él y sentado en el suelo lo contempló durante unos segundos antes de decidir qué hacer con él. Con más ansiedad que cautela levantó la tapa del cofrecito. Al momento escuchó como un mecanismo se activaba dentro del objeto de su intriga.

 

Una suave melodía comenzó a brotar de aquellas 6 paredes de madera pulida y resplandeciente. Manolito era muy pequeño para saber quien fue Mozart, pero lo suficientemente inteligente para darse cuenta que aquella era la música más linda que había escuchado jamás.

A los pocos segundos la música comenzó a bajar de ritmo, lentamente se fue atenuando hasta que se escuchó un último tintineo metálico. Manolito quedó desconcertado. No sabía qué hacer. Abrió y cerró la tapa de la caja para ver si algo sucedía, pero nada ocurrió. Sacudió el cofre, lo giró, hasta que finalmente se dio cuenta que en la parte de abajo había una perilla metálica con la leyenda Esta es tu vida.

Manolito giró la perilla, primero hacia la izquierda, después hacia la derecha y sintió como el mecanismo de la caja comenzaba a activarse de nuevo. La giró varias veces hasta que la música regresó a sus oídos.

Pasado un rato, la música se detuvo. Manolito volvió a girar la perilla.

 

La música regresó.

 

Después de la cuarta ocasión en que Manolito intentó girar la perilla sintió un ligero cansancio en la mano. No le importó, aquella música era tan hermosa, tan profunda, tan adictiva. Así pasó una hora, pasaron dos y Manolito seguía girando la perilla cada vez con más ansiedad que la vez anterior. También cada vez con más cansancio, con más dolor. Pero esa música, algo había en ella. Tan linda, tan…  mágica.

 

A la mañana siguiente su madre entró en la habitación y dejó caer la taza de café que llevaba en la mano izquierda. El sonido de la taza quebrándose en el suelo fue inaudible, ya que el tremendo alarido que la Sra. Santos emitió al mismo tiempo acaparó todo el aire disponible en aquella habitación. 

Manolito yacía en el suelo, muerto sin razón aparente, aferrado a una pequeña caja musical roída, despintada, oxidada por dentro y en la cara inferior la leyenda: Esta es tu vida.

 

FIN

Y este fue el cuento del pequeño niño que se cayó de la cama a media noche.

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