Afuera pequeñas perlas transparentes escurren de las hojas de los árboles y de las telarañas que por poco fueron destruidas durante la lluvia vespertina.
Adentro, el vaho se acumula en los cristales de mi ventana. Comienzan a aparecer figuras intrincadas. Diseños olvidados de aquella vez que escribí mi nombre al revés para que pudieras leerlo desde la calle. Un sol, una palmera, una carita feliz con un ojo más arriba que el otro.
La lluvia me hace perder la noción del tiempo.
Afuera no existo
Adentro no quiero existir